Mark Demsteader |
Esto no es ninguna construcción.
Ninguna forma.
Ni un incierto deseo de no sé qué
si alguna vez lo hubo.
Parado. De pie junto a Peeperkorn esperando El Fin Del Mundo.
Lento. Das un paso sin tocar el suelo; te vas introduciendo
en este sábado de libros, televisión y cubiertos de plástico.
Y es entonces cuando surge el momento.
Cuando empiezas a fingir no querer lo que ya te posee.
Cuando finges creer en lo que aún te queda.
Siempre por delante: lo irremediable que nos asiste.
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